domingo, 11 de mayo de 2008

Entre irse y quedarse

Bueno como ya estaba medio subido de tono el post les dejo este poema de Octavio Paz que descubrí por ahí en un libro de Mauricio Beuchot y que me conmovió de gran manera, espero les agrade...

Entre irse y quedarse duda el día,
enamorado de su transparencia.

La tarde circular es ya bahía:
en su quieto vaivén se mece el mundo.

Todo es visible y todo es elusivo,
todo está cerca y todo es intocable.

Los papeles, el libro, el vaso, el lápiz
reposan a la sombra de sus nombres.

Latir del tiempo que en mi sien repite
la misma terca sílaba de sangre.

La luz hace del muro indiferente
un espectral teatro de reflejos.

En el centro de un ojo me descubro;
no me mira, me miro en su mirada.

Se disipa el instante. Sin moverme,
yo me quedo y me voy: soy una pausa.
Octavio Paz





domingo, 4 de mayo de 2008

Deconstrucción: ¿moda filosófica?

En su post Deconstrucción, moda y filosofía, Ruíz Noé crítica el hecho que, la «deconstrucción», el método filosófico esbozado y difundido por Jacques Derrida, ha sido utilizado como la excusa perfecta dentro de la posmodernidad para resguardar comentarios con apariencia de «verdad» o bien de profundidad filosófica que manejan el término «deconstrucción» y sus «métodos» de manera crítica y responsable. Aclaro: no quiero decir que la deconstrucción no haya sido utilizada por ciertas personas como una moda filosófica; sin embargo estoy en desacuerdo con el hecho que ésta sea LA moda filosófica del momento. Pues desafortunadamente, no es el primer caso que una corriente de filosofía es utilizada de este modo, no podemos ignorar a ciertas personas que hablan sobre el Tao, Nietzsche, Žižek y otras cosas que merecen todo nuestro respeto, pero que no parecen ser tratados de ese modo (así que por prudencia no diremos nombres je je).

EI caso mas sonado de una “moda filosófica” en nuestra querida facultad(al menos para mí lo es), podría ser el marxismo de los años 60’s, donde cientos de estudiantes y profesores se apropiaron del discurso como una mera excusa y fachada sin conocer a fondo la obra marxista, ya de por sí lo bastante amplia, así como su influencia principal a Hegel, por lo que la «dialéctica» era utilizada como algo dado para explicar cualquier tema problemático o sin aclarar. Ahora bien, parece ser que el caso es muy parecido al que Ruíz Noé atina en señalar sobre la deconstrucción.

Por otra parte, el mundo en el que vivimos actualmente, globalizado y demás, permite que cualquier cosa, ya sea una marca de tennis, el último disco censurado por la santa asociación de padres de familia o bien, cierta corriente filosófica, pueda ser llamada una «moda»(lo que sea que quiera decir esto). Sin embargo desde sus inicios la filosofía ha buscado separarse de la opinión general para acceder al terreno de lo objetivo y lo verdadero, con sus buenas y malas consecuencias. Esto me lleva a considerar que la respuesta de Sebastiana en los comentario del post, ha dado en el clavo, o tal vez deberíamos decir, en la fisura (ja!). En primer lugar nos preguntamos ¿cómo se puede reconocer que una reflexión es en verdad filosófica y por lo tanto válida y necesaria? ¿Quién sería el árbitro, el arconte, que defienda la verdad última de la deconstrucción? Aquí radica, a mi parecer, la esencia del problema planteado, puesto que la deconstrucción busca alejarse de las estructuras rígidas y discursos cerrados. Aunque el mismo Derrida estaría consciente que para ser congruente con su pensamiento, no podría tener la última palabra o bien, la única, sobre qué es y qué no es deconstrucción. Ya que no se trata de ceder a Derrida la última palabra, ni de utilizarla como si fuese la propia: se trata de dialogar y buscar junto con él, paso a paso, entre iguales, la sabiduría, en última instancia, inalcanzable.

Por esto creo que, la única conclusión que puedo insinuar, es que no existe una manera propia o única de filosofar, mucho menos de deconstruir, por lo que en última instancia siempre nos enfrentaremos a la posibilidad de modas y a discursos vacíos que se escuden en “palabras grandotas”, ya sean dialéctica, deconstrucción, fenomenología o la que mejor nos venga en gana. Sin embargo, a mí parece es necesario defender no sólo la deconstrucción, sino la filosofía misma ¿pero cómo es posible esto? Pues tal vez no podamos evitar las modas filosóficas, pero de cualquier modo me queda claro que existe un margen donde podemos observar un uso responsable, y por lo tanto crítico al ejercicio de esta manera tan peculiar y problemática de ejercer la filosofía.